Monday, January 09, 2006

Sobre las Estrellas

Sí. Y muy importante la tilde para hacer énfasis en el carácter afirmativo de ese sí. Que en realidad no somos nada! Bueno, basta comparar nuestra edad (y no me refiero a nuestra edad, sino a la edad de nuestra civilización tal como la conocemos), con la edad de nuestro planeta. Solo hace unos 100 años que nos logramos mover de manera motorizada. Un par de siglos más atrás y encontramos la era de los grandes navíos y algunos milenios sobre la espalda y podíamos llegar a la vida del más allá con ofrendas a los dioses sepultados en majestuosas construcciones piramidales. 1 millón de años y ya no había rastro de nosotros. 60 millones de años atrás y existieron los gigantes, y antes de ellos, quien sabe, tal vez Adán y Eva, hasta que los espichó un gigante, y nos tocó entonces recaer en el evolucionismo para poder llegar hasta el hombre contemporáneo. A fin de cuentas, temporalmente no somos nadie. No representamos la más ínfima parte de la historia de este planeta, y que decir, la historia de nuestro sistema solar. 9 planetas (y existen aquellos que lo dudan), girando en torno a una gran masa de hidrógeno en fusión continua, que conforman un sistema planetario igualmente joven, al igual que nuestro sol, magnífico sol por supuesto, al cual se le atribuye el don de “dar vida”. Claramente que en un sentido más religioso, el “dar vida” es atribuido a otras causas. Pero son temas que causan mucha indisposición, entonces los podemos obviar.

Volviendo al tema de la masa de hidrógeno, hacemos una conexión con el “no somos nada!” pero ahora en un sentido espacial. Podríamos argumentar sin mucho lugar a duda que no somos nada en cuestiones temporales, y siguiendo el mismo orden de ideas, usando como conectores a las estrellas, podemos argumentar que no somos nadie en cuestiones espaciales. No me cree????? Pues no me crea!!!!! Solía decirlo un profesor. Si lo consideramos en términos de órdenes de magnitud, podríamos empezar desde muy abajo. Pero para no alargar la discusión, comencemos desde el “nano”. Claro, nos vanagloriamos de hablar de la “nano”tecnología, que para aquellos que entienden, saben que aún no han logrado nada. Esta bien, ahí tienen sus nanotubos de carbono. Ese es el gran alcance del siglo XXI, 9 órdenes de magnitud por abajo. Podemos pasar por el “micro”, nivel en el cual ya hemos avanzado mucho más y pasar por el “mili”, el “deci” y finalmente llegar a la unidad. Y la unidad y media, que no esta muy distante del tamaño corporal de la persona promedio de la región ecuatorial. Y luego hacia las “MEGA”Construcciones, que de “mega” no tienen nada, y que si acaso llegarán hasta el “kilo”. Sí, seamos caritativos y atribuyámosle 12 órdenes de magnitud de dominio a nuestra raza humana, aunque 6 de ellos serán cosa de apenas 100 años hacia acá.

La luz recorre la distancia entre la tierra y el sol en aproximadamente 8 minutos, “8 minutos – luz” de distancia (que para los que aún no lo saben, cuando se habla de 1 año luz, es distancia, distancia! No tiempo!). Es decir, aproximadamente 10 órdenes de magnitud por encima de la “unidad y media”, lo recorre la luz en 8 minutos, en oscilaciones del orden de cientos de “nano”. Y la estrella más cercana, 4 millones de años luz. No es cuestión de hacer cálculos, es solo cuestión de reafirmar el porqué de nuestra pequeñez. Nos jactamos de haber logrado llegar hasta la luna, una gran masa de roca donde no se encontró nada. Ahora llegamos hasta Marte, y por errores de cálculos desperdiciamos billones de dólares en los casquetes polares de aquel planeta rojo. Hasta con la más avanzada de nuestras tecnologías no hemos sido capaces de superar nuestro sistema solar, situado en uno de los brazos de la Vía Láctea, un punto diminuto en la vastedad del espacio en el que se encuentra inmersa.

Basta ya con la charla numérica, para volver al argumento inicial, ya un poco mejor elaborado, de como no somos nada en un sentido espacio-temporal. Pero no más, que debería estar escribiendo en otro lado y no en este blog, porque se me acaba el tiempo. Y cuando pienso en todo esto siento sumergirme en millones de metros cúbicos de agua mirando las estrellas, hasta que finalmente no me ardan más los ojos.